Te miro y me sorprendo. Observar tu figura, percibir tu aroma, señalar esa peculiar forma de contraer los labios cada vez que te enojas. Comprender que esa fría mirada es sólo para poner distancia y señalarme cuál es mi lugar.
Insistir que mi posición es filial, pierde sentido. No quiero dañarte. No quiero ser percibida como una enemiga. Como la persona que te tiene sumergida en el miedo .
Pides libertad, gritas libertad. No obstante, cómo puedo yo otorgar semejante estado de extásis, cómo puedo regalar ese elixir sin sufrir por aquella decisión. No está en mis manos. No es parte de mi misión. Eso debes afrontarlo contigo. Ser tu el valuarte, la bandera flameante presente en el campo de batalla.
Yo...yo solo... yo solo soy ese reflejo que ves en el espejo.